Las autoridades científicas acreditadas desconocen la causa, pero me está pasando algo extraño. Veréis, llevo como 3 años sin leer tebeos de superhéroes (lo sé, hablo como un ex-adicto; el caso es que dejó de interesarme su continuidad actual, o falta de ella) y ahora resulta que me estoy enganchando a las películas y series de animación de Warner/DC. En serio, les dan mil patadas a los tebeos actuales de este género. Sea la serie animada de Bruce Timm sobre la Liga de la Justicia, la serie The Brave and the Bold en que Batman comparte cada episodio con un personaje diferente, los cortos como el del Espectro o los largometrajes animados como Enemigos Públicos de Batman y Superman... todos ellos rezuman un aire clásico, un toquecillo retro, así como un conocimiento enciclopédico del medio (personajes, tramas, conceptos...), tanto en lo argumental como en lo estético. Para cualquiera que ha leido comics de estos personajes son una verdadera gozada, pero es que me atrevo a afirmar que para cualquier ajeno al mundillo han de ser bastante entretenidas, porque juegan con conceptos interesantes que se pueden extrapolar a asuntos más tangibles, a sensaciones muy humanas.
Ayer mismo terminé de ver la película de animación Crisis on Two Earths (comprada en la FNAC) junto con un doble episodio de la Liga llamado A Perfect World, y me dí cuenta de que hacía mucho tiempo que no me lo pasaba como un crío con esos personajes. De alguna manera reviví lo mejor de ellos, algo que yo había pensado que habían perdido (que, de hecho, han perdido en gran medida en los comics). Frescura, identidad, personalidad. Por ejemplo, en el dobre capítulo mencionado, los superhéroes aparecían como símbolo de un estado policial, encarnación de la paranoia defensiva que bien recuerda a la paranoia anticomunista o, habría que decir hoy, a la post-11S norteamericanas. Se atreven a poner en la Casa Blanca a un villano: Lex Luthor, insinuando así la posibilidad de que el mal se encuentre en el propio sistema, en la política. Todo ello en una Tierra paralela a la nuestra, donde Superman (símbolo de los EEUU; por cierto, ¿se pueden asociar con tanta facilidad ambos conceptos? ¿no deberían estar estos arquetipos por encima de banderas y matices políticos?) no duda en usar la fuerza letal, traicionando sus principios originales. Pero allí está la Liga de nuestra Tierra, la buena, para recordarles que la vida en sí es caótica y así hay que aceptarla, que no podemos controlarlo todo, y que hay que dejar a la gente elegir (incluso si servidor piensa que la democracia actual es bastante de postín). Esos son los valores inocentes que quiero que los superhéroes transmitan, y así lo hacen en estas series y películas, como lo hacían en los comics que leia de pequeño. Incluso si puedo ponerles varios "peros", como el hecho de que el presidente que ruega a Superman que permita las nuevas elecciones democráticas sea Bush Junior, un tipo que casi seguro manipuló las suyas para salir elegido por segunda vez... O el hecho de que al final del episodio Superman (el bueno) levante una bandera estadounidense caida para ponerla en su sitio, identificando así los buenos valores por los que lucha la Liga con ese país, un país sobre el que puede decirse mucho, tanto bueno como malo, país que curiosamente no duda en usar la "fuerza letal" (como el Superman malo) si sus intereses están en juego...
Pero todo eso se disipa y se perdona cuando la interacción entre los personajes es adecuada y se cuentan historias interesantes con crítica a medios fascistas de trasfondo. Eso les excusa completamente.
La pregunta entonces es... ¿Qué están haciendo en la editorial de comics DC para que las películas de dibujos sean infinitamente mejores que los propios comics, su producto estrella? La repuesta, espero, en un post venidero sobre la que creemos mala influencia del señor Dan Didio (vicepresidente y co-editor) en la susodicha editorial.
Mención especial merece el cortometraje de The Spectre que se incluye entre los extras del DVD de Crisis en Dos Tierras (que como veréis va cargadito... muy recomendable). Totalmente tarantinesco, con un aire setentero de producción de seie B (esas motillas blancas que salpican continuamente la pantalla, como un filtro grasiento), sorprende gratamente el tono de cine negro (la voz en off, el policía solitario, el aire cínico y desencantado) y la sorprendente conclusión de la historia (no me esperaba que fuera tan... gore). En fin, por algo llaman al personaje el "espíritu de la venganza". No, no es que crea en la venganza, pero de nuevo, cuando una historia está bien contada, por lo menos entretiene. Que ya es bastante.
Los supers en la Casa Blanca. Debe ser que hay malosos allí...
El Búho, versión malvada de Batman, muy logrado.
El mencionado Espectro, protagonista del corto.
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